EL PSICOANALISIS

¿De qué se ocupa el Psicoanálisis?

Para responder a esta pregunta, es necesario señalar que desde Freud entenderemos que el dolor humano es expresión de un conflicto instalado. A partir de este conflicto, emana una producción sintomática: una representación sustituye a otra, a aquella que se vincula con lo prohibido, con lo no permitido. Frente a esto, los afectos circulantes reprimidos, negados o acallados, encuentran en el dispositivo psicoanalítico las condiciones de su escucha. Lo anterior, puede hacer surgir aquello que atormenta y que causa dolor.

En otras psicologías, la relación que se produce entre el terapeuta y el paciente está caracterizada por el establecimiento de una demanda: el paciente pide y el terapeuta muchas veces asume esto como tarea. En el psicoanálisis, en cambio, la demanda es siempre una situación susceptible de ser interpretada, es decir, de entender que ella proviene de un conflicto, de una relación fantasmática que el paciente tiene consigo mismo y con los otros. De esta manera, el que pide está sin advertirlo siendo hablado por otras exigencias que lo constituyen subrepticiamente. Entonces, trabajar psicoanalíticamente consiste en acercarse a esto a modo de escucha. En esta, el síntoma será la voz que viene a advertir del desconocimiento sobre un deseo inconsciente, que pugna en los esfuerzos del sujeto por lograr adaptarse e incluirse en la cultura.

En este sentido, en lo psicoanalítico no se propugna un "retorno" a un mero equilibrio adaptativo, ni se pretende regresar a una función supuestamente perdida, llámese normalidad, sanidad o productividad. En efecto, si el objetivo del cambio fuese lo anterior, se podría reforzar el desconocimiento de sí mismo y de los vínculos entre los deseos propios y los ajenos. Por el contrario, la noción de cambio en el psicoanálisis no está ligada a metas externas que se establecen como lo deseable, y que pueden estar emparentadas con éxitos socialmente aceptados. Es decir, se propone una distinción radical con la ilusión de un cambio centrado en la pura conducta, o en la sensaciones de bienestar aparente.

Como psicoanalistas, todo paciente nos solicita para disminuir un sufrimiento o para tener un mejor disfrute. Por ello, nos disponemos con una escucha atenta, lo que nos aparta del marco de ser meros operadores o instrumentales médicos. En consecuencia, la situación analítica está constituida para escuchar una voz: la del inconsciente. En otras palabras, se busca que desde las fracturas del discurso el paciente se reconcilie y se reconozca en los recortes de su historia fragmentada. Esto, se consigue a partir de la identificación del sentido que articula la vida del paciente, y de un acercamiento a la experiencia que lo constituye en el vínculo con sus objetos perdidos y con el amor depositado en ellos.

A partir de lo anterior, el paciente podrá ir asumiendo su ambivalencia, acercarse progresivamente a sus vacíos, a aquellos espacios de la ausencia, y separarse con algún dolor, de la esperanza de que haya un otro (la pareja, los hijos, los ideales, las imágenes, etc.) que recubra los agujeros de su existencia. En efecto, esta es una diferencia esencial con cualquier psicología que promueva la relación con un yo oficial, y la de un terapeuta que responde, confirma y apoya, pretendiendo así garantizar la existencia. El Psicoanálisis por su parte, no tiene como objetivo lograr cambios predeterminados, no está definido solo por la desaparición del síntoma o por la modificación de la conducta. La búsqueda, es más bien de un nuevo estado, aún desconocido para el paciente, en el cual pueda liberarse de sus fantasmas.

El síntoma, es justamente aquello que hace posible escuchar algo, y por lo tanto, se debe posibilitar su despliegue. Sobre esto, ya en "Los caminos de la terapia psicoanalítica" Freud (1918) planteaba sobre el caso de una paciente que

"sus síntomas le prestan el servicio de unas satisfacciones sustitutivas. En el curso del análisis se puede observar que toda mejoría del padecer aminora el tempo del restablecimiento y reduce la fuerza pulsional que empuja hacia la curación. Ahora bien, no podemos renunciar a esa fuerza pulsional; su reducción sería peligrosa para nuestro proceso terapéutico...de lo contrario corremos el riesgo de no conseguir otra cosa que una mejoría modesta y no duradera" (p. 158).

Finalmente, todo trabajo psicoterapéutico que solo se preocupe de la supresión sintomática, se inscribe en la tradición sugestiva o "chamánica". En consecuencia, su eficacia se vincula con la eficacia de la magia, aunque se recubra de una verbalización cientificista, cibernética o aparentemente humana. En oposición, la existencia de una clínica psicoanalítica precisa trabajar desde un marco que haga posible la comprensión de qué y cómo se cura. De esta manera, no es solo un "saber hacer", que consiste en la tentación del manual o del uso experto de una técnica. Frente a esto, un peligro actual es el borramiento de la subjetividad que todo "enfermo" trae consigo, lo que conduce a ignorar la trama histórica desde donde emerge el conflicto. 

Por qué una terapia psicoanalítica ?

Fundamentalmente porque se desea enfrentar los conflictos propios, para poder abordar  dolores y procesar el vivir , de tal modo de alcanzar grados mayores de libertad. Esta posibilidad de ser más libres , supone tratar de encauzar la vida, lo más cercana posible a nuestros deseos, dirigida por nosotros mismos y no ser mandatados por fuerzas e impulsos de los cuales no advertimos su presencia.

Los síntomas son una manifestación de estos conflictos no resueltos ni abordados, los que muchas veces pretenden ser silenciados sólo farmacológicamente o bien negados en su existencia. Así entonces, la sola resolución sintomática no es signo de modificación de aquello que es causa del sufrimiento o del conflicto.

Por esto mismo la duración del trabajo terapéutico no es fija ni predeterminada sino que depende de lo que cada cual desea indagar, enfrentar y resolver. Por ello son distintos los tiempos cronológicos a los tiempos del inconsciente, los cuales son relativos y propios de  cada persona. 

La terapia psicoanalítica es un proceso único, particular y referido específicamente a lo que sucede en un caso específico. De este modo la labor del Psicoanalista no es la de ser un consejero , un gurú ni un orientador, sino la de alguien que desde una compresión y una escucha acerca del psiquísmo , ayudará a que cada paciente se enfrente a aquello que lo limita, de tal modo de colaborar en la modificación necesaria de la posición que este ocupa en la vida , para hacer de ella un lugar de mayor alegría y disfrute.

¿ Qué es un Psicoanalista?

Sigmund Freud, planteaba que el Psicoanálisis es un método que sirve a los fines de investigación y de cura. Para su formación, en todo el mundo, el Psicoanalista recorre un largo camino . En concreto, en Chile, es requisito para postular a los Institutos de Formación de Psicoanalistas ser Médico Cirujano o Psicólogo. Al ser aceptado , el futuro psicoanalista, comenzará sus estudios (al menos 4 años) y además deberá realizar un análisis con una frecuencia de al menos tres veces por semana y un largo proceso de supervisión de sus casos.

Más allá de los aspectos anteriores, que siempre tienen el riesgo de estandarizar o escolarizar el advenir psicoanalista, lo esencial es analizar el propio deseo. ¿De qué da cuenta mi deseo de formarme como analista?, ¿cómo opera?, ¿cómo me constituye y actúa en mi función? La respuesta a estas interrogantes, no se consigue desde ninguna burocracia, sino desde una aproximación a ese conocimiento a través del análisis del analista, lo cual supone una ética y la asunción de un saber: el saber inconsciente. De esta forma, el acto psicoanalítico no actúa generado por el furor de curar, por el diagnóstico o por clasificaciones, sino que privilegia la singularidad y condiciones particulares de cada caso.